Vivimos tiempos inciertos en todas las esferas del país. Esta situación afecta también al teatro y otras actividades culturales. La constitución de las Cortes Generales, tras las pasadas elecciones del 26 de junio, no garantiza la formación de un Gobierno y este hecho deja en suspenso la bajada del IVA del tipo cultural que en la actualidad se sitúa en el 21%.
Si tenemos en cuenta la pérdida de poder adquisitivo y la subida del IVA ir al teatro en España hoy en día es más caro que en otros países del entorno de la Unión Europea. Por ejemplo en Noruega la cultura no está gravada mientras que en Francia sí lo está pero al 5,5%. Además el país vecino cuenta con un tipo súper reducido del 2,1% para las 140 primeras representaciones.
La subida de impuestos ha repercutido en el precio de las entradas y en la consiguiente pérdida de espectadores. Durante los cuatro primeros meses de la implantación del nuevo IVA, del 1 de septiembre al 31 de diciembre de 2012, el teatro perdió 1,8 millones de espectadores respecto al mismo periodo del año anterior. Según FAETEDA (Federación Estatal de Asociaciones de Empresas de Teatro y Danza) este hecho supuso una disminución del 31,4% del público, un 33% de la recaudación neta y una pérdida de 600 empleos directos. O lo que es lo mismo una verdadera sangría que continúa cerca de cuatro años después.
Los datos que adelantaba la Fundación AISGE (Asociación de Actores e Intérpretes) la semana pasada no son menos halagüeños. Según el avance del Estudio sociolaboral del colectivo de artistas y bailarines en España el 54 por ciento de los actores españoles no trabajaron ningún día en alguna actividad relacionada con su profesión entre 2014 y 2016.
